Que la queja más frecuente entre los profesores en septiembre sea «¿Qué aprendieron estos alumnos el curso anterior?» es un clásico. Continuamente tenemos dificultades. Los chicos parece que se olvidan de todo, que no retienen nada. Y seguimos insistiendo, mientras sigamos utilizando metodologías deductivas, nada o poco va a cambiar.
Pero hay cosas a las que no podemos renunciar:
- En primer lugar tenemos que conseguir que el alumno sea el auténtico protagonista en el aula. Pero ojo, que corremos el riesgo de que esto se convierta en una frase sublime que nunca se concrete. Protagonista en el aula significa que participa en las decisiones que se toman sobre qué aprender, cómo y cuándo. Tenemos que conseguir que el alumno se implique y se emocione con el aprendizaje. Vivimos en una sociedad democrática y tenemos que preparar a nuestros alumnos para ella.
- Despenalizar el error es otra necesidad urgente en nuestras escuelas. Sin error no hay aprendizaje. Caminar hacia una evaluación formadora y formativa. Para entender así el error tenemos que cambiar nuestra mentalidad sobre la evaluación y entenderla como un instrumento que hace posible el aprendizaje, y no como un juicio sumarísimo donde valoramos a un alumno o su tarea. Saber en qué nos equivocamos y trazar un plan de mejora personal es la mejor manera de seguir aprendiendo.
- La verdad, el conocimiento y la realidad son de una gran complejidad y diversidad, no se puede esquematizar en un conjunto de preguntas y respuestas cerradas. No se puede limitar al tema de un libro de texto. Se trata de facilitar la atención a la diversidad, debemos trabajar con gran variedad de materiales y recursos.
- Se trata de convertir información en conocimiento. Este proceso necesita tiempo. (Vaya, hemos dado con otra queja clásica de muchos profesores) En el aula debe haber tiempo para hacer, pero también debe haber tiempo para pensar, tiempo para hablar, dialogar, tiempo para evaluar… Las prisas por «dar» el curriculum oficial, o lo que es peor, los temas del libro de texto de turno, es el peor enemigo del aprendizaje. Siempre se aprende sin prisas.
- Para que en el aula haya aprendizaje necesitamos PROFESORES APASIONADOS. Por eso, un profesor es el más motivado para aprender dentro del aula. Si el profesor valora su propio aprendizaje, entonces contagiará y convencerá. No podemos obligar a un alumno a aprender, tenemos que convencerle desde nuestro ejemplo.
- Que el aprendizaje sea cultural no sólo en nuestra aula, sino en todo el centro. Implicar a las familias es muy importante. En este sentido hay que dar pasos al frente. No pasa nada porque los padres estén en el aula, debemos de convertirlos en nuestros aliados. Las familias forman parte de la Comunidad Educativa, los compañeros, la estructura del centro, todo debe ser cultural para el aprendizaje. Lograr este clima es mucho más importante que todo el temario junto. Es más, este clima no lo va crear ninguna editorial, sólo pueden hacerlo los buenos profesionales como tú que me estás leyendo.
Si sólo consiguiéramos durante la educación obligatoria, inculcar a nuestros alumnos la pasión por aprender, diría que nuestro trabajo ha tenido un gran éxito. Esta es la clave. Tenemos que construir una cultura del aprendizaje e inocularlo en nuestros chicos parar que sean aprendices toda la vida.
Recuerdo todavía, muy joven, la primera vez que tuve que cambiar una rueda. Fue todo un reto. Estaba solo, en mitad de una carretera, se hacía de noche. No existían los teléfonos móviles, por lo que pedir ayuda era complicado. ¿Qué hacer? ¡No sabía cambiar la rueda! Para más complicación estaba en una cuesta y la tendencia del coche era irse. ¿Cómo pongo el gato? ¿Dónde está el gato? ¿Dónde está la rueda? ¿Cómo evito que el coche no ceda? ¡Todo un reto! Os aseguro que ese día los conceptos «Qué es una rueda» «qué es un gato» y la información «cuando una rueda se pincha hay que cambiarla y no se puede seguir circulando. Con el gato se eleva el coche y con la llave inglesa quitas los tornillos…» Se convirtió en conocimiento, y os aseguro que todos esos conceptos e informaciones se convirtieron en conocimientos aquel día que cambié la rueda del coche.
No podemos saberlo todo, no hay tiempo en el aula para aprenderlo todo. Por eso, hay que escoger para aprenderlo bien. La concreción curricular es algo que en todos los centros debería ocupar una buena parte de nuestras ocupaciones.
La educación deductiva tradicional basada en la repetición fueron útiles en otro tiempo, pero no cumple con los requisitos que enunciamos más arriba. No se trata de un método. En educación no podemos hablar de «El método» pero vamos a defender siempre metodologías inductivas donde pedimos que el alumno supere retos o responda a cuestiones que les ayude a convertir información en conocimiento. La enseñanza por medios de casos, el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje basado en problemas, aprendizaje por descubrimientos y por la indagación. En todos estos casos el alumno aprende en el contexto de situaciones problemáticas concretas, y de esa experiencia con lo concreto induce los principios y teorías que debe aprender a transferir y a aplicar.