Una orientación destinada a diagnosticar problemas es una orientación de otros tiempos. Se termina etiquetando a los alumnos y esto más que ayudar hace predeterminar el comportamiento y las esperanzas sobre algunos. No podemos elaborar un listado diagnóstico para ir catalogando a los estudiantes en grupos de patologías.
En ocasiones, se abusa de la psicometría y de otras técnicas de medición y evaluación. Comparto la preocupación por la atención a la diversidad. Realmente es uno de los campos más salesiano. Sin embargo, no podemos confundir atención a la diversidad con la búsqueda de lo patológico.
Dejemos los diagnósticos y los tratamientos para los médicos, no nos pertenecen. Creo mucho más interesante dedicarnos a la detección de necesidades y a las propuestas educativas para su solución. Debemos partir que todos los chicos son diferentes. Muchas de las patologías que hoy están más de modas son muy discutidas entre expertos de todo el mundo (Por ejemplo el TDH).
Nuestra orientación no pueden estar basadas en el puro conductismo. Cada día estoy más convencido que las inteligencias son múltiples. ¿Qué inteligencias estamos midiendo con nuestras herramientas de diagnósticos?
Necesitamos en orientación mucha mayor dosis de creatividad. ¿Un catálogo de patologías es nuestra propuesta a las necesidades de nuestros alumnos? Creo que no es el camino.
La orientación debe ser siempre positiva, buscando las «rendijas de salud» más que las dificultades. Todos tenemos dificultades. Al escribir estas líneas estoy usando unas gafas, soy un deficiente visual, necesito gafas para leer. ¿Qué herramientas y propuestas necesitan nuestros alumnos? Esa es la base de la orientación educativa que necesitamos.