Durante el mes de octubre, todos los chicos del colegio, aula por aula, han pasado por nuestra pequeña y externa capilla a celebrar la Eucartistía. Todos bien, unos más receptivos que otros. Pero oigan ustedes, los que dieron la nota de verdad fueron nuestros chicos del PCPI.
El Evangelio elegido por Mariluz, la coordinadora de pastoral de la etapa, fue el del Lc 13, 6-9 La Parábola de la Higuera, aquella que no daba frutos y que el dueño de la viña quería arrancar. Es muy corta, os la transcribo…
Jesús les propuso esta parábola:
– Un hombre había plantado una higuera en su viña, pero cuando fue a buscar fruto en la higuera, no lo encontró. Entonces dijo al viñador: Hace ya tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. ¡Córtala! ¿Por qué ha de ocupar terreno inútilmente?. El viñador le respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo la cavaré y le echaré abono, a ver si da fruto en lo sucesivo; si no lo da, entonces la cortarás”.
Estos chicos que tantos problemas parecen que crean han sido, sin duda, los que mejor han entendido esta parábola en el Colegio que dirijo.
Al terminar de leer el Evangelio pregunté si les sonaba estas palabras, ellos me dijeron «¡Claro, a nosotros!» Y, ¿Por qué os suena a vosotros? «Porque muchas gentes nos dicen que somos unos inútiles, que no valemos para nada, que lo mejor es echarnos de aquí» Otros comentaban incluso que en su casa no daban un duro por él, aunque este comentario no fue en la capilla.
«Pero, hay otras voces», les dije yo; «¿No la escucháis?» y ellos respondieron; «Sí, claro que las oísmos, las hemos oídos aquí en el cole».
Os podéis imaginar la cara que se nos quedó a Mariluz y a mí. La homilía fue para nosotros dos. Estos chicos lo que más necesitan en esta vida es que le digan que son capaces, que cada mañana, al levantarse, delante del espejo se repitan a sí mismo todo lo que valen. Le hemos programados para lo contrario. Es cierto que muchos de ellos han llegado con nosotros hace sólo un año, es verdad que estamos consiguiendo mucho de ellos. Es verdad que siguen dando problemas de disciplina. Es verdad que nos queda mucho por hacer. Todo eso es verdad. Pero es verdad que son salvables. Que la educación desde el corazón es capaz de transformar personas. Que con el corazón se puede rescatar vidas.
Por eso, estoy convencido que las claves fundamentales para la educación de estos chicos es:
- Que se sientan queridos y no perseguidos. Que entiendan que cualquier sanción, cuando no hay más remedio, es por su bien. La exigencia del Amor verdadero, le llamo yo.
- Dialogar mucho con ellos. Muchas «palabras al oído» «Tú puedes» Tú vales» «Vas a conseguirlo» «Confío en ti».
- Salir de lo normal. La clase no puede ser sentida como una prisión. Hay que salir a menudo, no como premio y castigo, simplemente por el hecho de salir. Si hay que castigar sin una salida se hace, pero que salir sea lo habitual. ¿Matemáticas en el supermecado? Hay un profe que lo hace por aquí. ¿Electricidad viendo instalaciones en la calle? ¿¡Por qué no!?
- Aprendiendo a dialogar, a corregir errores, a ser críticos consigo mismo. Por eso hay que empezar por cambiar estrategias, disposición física de la clase…
- Presencia constante, que se sientan acompañados. Perder tiempo con ellos en el recreo, en convivencias fuera, jugando al fútbol.
Es el «Love Revolution» del Evangelio. Cambiar el mundo desde dentro, cambiando corazones. Es el arma de la Educación y la Evangelización auténtica. Otras formas están caducas y ya no sirven.
Los resultados nos avalan. La mayoría de los chicos que hacen PCPI con nosotros terminan en ciclos formativos de grado medio. Suelen crecer en responsabilidad y coherencia de vida y suelen terminar sus estudios. En este momento también hay que acompañarlos y ayudarle a salvar obstáculos.
Proyecto de electrificación de un Invernadero (1º y 2º curso 2010-11)
Estamos obligados a dar luz, abonar y regar estas vides. Estos chicos están aquí porque Dios lo ha querido así. Son nuestra responsabilidad. Si ellos fracasan, fracasamos nosotros. Por eso, este trozo del Evangelio y la vida y palabras de estos chicos me han hecho tanto bien.
Gracias chicos por todo. Con vosotros me siento mejor cura, mejor educador y mejor persona.
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