Global Education Forum: El debate de las ideas para transformar la educación del Siglo XXI

Un nuevo estilo de educación es posible. La verdad que el día de ayer fue de esos días en  que te llenas de Esperanza y por difícil que veas las cosas, al sentirte rodeado  por  unas mil personas apasionadas por la educación, conectadas al tiempo a las redes sociales, haciendo propuestas y comentarios… Estoy convencido que en este país, al menos en educación, algo comienza a cambiar.

 

Está claro que estamos educando alumnos del siglo XXI, con profesores del siglo XX en edificios del Siglo XIX. Y esto tiene poco futuro. Preguntémonos con claridad ¿Para qué estamos educando? ¿Qué queremos conseguir realmente de nuestros alumnos? Creo, que si respondemos con sinceridad, en la mayoría de los casos, diríamos «buenos resultados académicos» y qué entendemos por buenos resultados académicos, pues buenas notas. O sea, seguimos privilegiando la memoria.

 

«El Sistema educativo parte de una falsedad. El profesor conoce la verdad, los estudiantes, copian la verdad, los aplicados, cuando llegan a casa,  pasan a limpio la verdad, luego memorizan la verdad, es examinado de la verdad y finalmente se olvidan  de la verdad.» (Xavier Salas) En un mundo globalizado, donde la información está al alcance de todos, ciertamente no tiene sentido el gran maestro garante de la verdad. ¿Qué es la verdad? Hoy es más importante enseñar a pensar, a dialogar. Tenemos que generar seres humanos capaces de generar ideas más que repetir las de otros. El problema, nos recuerda también Xavier, es que cuando un niño descubre otra verdad nuestra respuesta es suspenderlo.
Pero realmente se nos olvida algo importante, y lo veo cada día. Estamos obsesionado con el programa, y confundimos, frecuentemente programas con libros de textos. Y lo que es peor, nos obsesionamos con la evaluación, con las notas, enseñamos a tener miedo al fracaso. Así que una gran pregunta más importante que cómo enseñar o cómo evaluar, me parece qué es: ¿Qué enseñar?
Xavier Salas, nos propuso:
Pensamiento crítico: Ideas y problemas.
¿Educamos en la emprendiduría?
Matemáticas ¿Estadística o cálculo?
Solucionar problemas reales
Aprender de los errores  y no rendirse
Hablar en público y aprender ideas
liderar
Me muestro totalmente de acuerdo con esto, aunque con matices. Todo está demasiado economizado. Demasiado pensado sobre qué necesita la sociedad de nuestros alumnos y muy poco sobre lo que nuestros alumnos necesitan de nuestra sociedad. Me niego a educar fuerza creativa como antes se educaba para generar fuerza de trabajo. Tenemos que educar personas felices y esto, que nadie dijo en GEF11 me parece fundamental.
La otra gran pregunta interesante del día de ayer fue: «¿Para qué sirve realmente la escuela?» «¿Para qué enseñamos?» Es preocupante saber que la mayoría de las cosas que los chicos aprenden no les va a servir nunca en la vida. Nuestra misma disposición en las aulas, el profesor como centro del proceso, los alumnos como simples agentes pasivos… ¡Esto hay que cambiarlo!
Me gustó mucho también la respuesta de Milton Chen a la pregunta de cuál es para ti un colegio excelente; esta fue su respuesta:
Do the kids run in at the same rate they run out? ¿Los chicos pueden entrar en la misma velocidad con la que salen? Esto es lo que define un buen colegio.

Estoy de acuerdo porque pienso que la excelencia de un colegio hay que medirla en claves de felicidad. Cuando lo extracurricular funciona (Centro juvenil, Club, Grupos eclesiales de Cristo Vive) y las tardes se llenan de chicos, no todo lo estamos haciendo tan mal. Eso sí, se trata de la tarde, por la mañana nuestros chicos ensayan una evacuación de las más efectivas que conozco, suena el timbre y en pocos minutos tengo el colegio vacío. ¿No serán que están hartos, aburridos y con ganas atroz de que terminen las clases?

Está claro que los alumnos que encuentren caminos y prosperen en el futuro son los que sean capaces de innovar. Es importante tenerlo en cuenta porque nosotros seguimos preocupados de la evaluación, de los exámenes…

Dónde estamos realmente evaluando. Los libros de textos son obsoletos.  Son necesarios los libros, pero por qué un libro de texto para un curso determinado, por qué es el autor del libro quien determina lo qué damos y cómo lo damos. ¡Yo tampoco creo en los libros de texto! Sí a las bibliotecas, al uso de manuales, de libros de consultas como una herramienta más.

El mundo no necesitan niños que sepan, sino que sepan hacer cosas con las que aprenden.  Hay que saber hacer las preguntas correctas. Estimular el pensamiento crítico. Qué importante es el diálogo socrático en el aula, el debate, el intercambio de ideas desde el respeto.

Pero hay una pieza clave, y esa pieza clave, no nos quepa la menor duda es el docente. En mi colegio, mi primer año como director escuché infinidad de quejas,  es más, muchos profesores usaban las Juntas de Evaluación como terapias. Una vez pregunté; «Pero, esto, ¿es nuevo?». «¡No, que va, llevamos treinta años así!» » Y en 30 años ustedes no han hecho nada para cambiarlo» fue mi respuesta. Los padres piensan que sus hijos son unos genios y que los profesores hacen mal su trabajo y no son capaces de descubrir lo maravilloso que son sus hijos, y lo mejor es que pueden que lleven razón. Los profesores piensan que los padres colaboran poco y los alumnos están poco motivados o le interesa muy poco el colegio y también puede ser cierto. Los alumnos se aburren tremendamente en clase, se sienten como condenados en una prisión y aquellos que tienen fuerza de voluntad y consiguen sobreponerse dan algunas alegrías a unos y a otros. ¿Y qué hacemos? Obviamente:

1. Los profesores debemos cambiar radicalmente de mentalidad. Debemos cuestionarnos nuestra vocación. Si no están vocacionados, sino están apasionados por lo que hacen, jamás lo harán bien, jamás conectarán con los chicos. Es cierto que algunos mantienen el orden en clase, pero igual que se mantiene la tensión de un muelle que cuando se suelta…

2. Los padres deben colaborar mucho más en la vida del colegio. Deben saber escuchar a los profesores. Implicarse en la educación porque ésta va más allá de lo escolar.

3. Los alumnos deben descubrir también, con la ayuda de padres y educadores qué es lo que les apasiona y comenzar a trabajar duro por ello (deporte, historia, matemáticas, robótica, informática, videojuegos…)

Y todos tenemos que pensar que el cambio requiere sacrificio, mucha generosidad y entrega. ¡Otra escuela es posible! Estoy seguro de ello.

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