¿Educamos en la emprendiduría?
Matemáticas ¿Estadística o cálculo?
Solucionar problemas reales
Hablar en público y aprender ideas
Estoy de acuerdo porque pienso que la excelencia de un colegio hay que medirla en claves de felicidad. Cuando lo extracurricular funciona (Centro juvenil, Club, Grupos eclesiales de Cristo Vive) y las tardes se llenan de chicos, no todo lo estamos haciendo tan mal. Eso sí, se trata de la tarde, por la mañana nuestros chicos ensayan una evacuación de las más efectivas que conozco, suena el timbre y en pocos minutos tengo el colegio vacío. ¿No serán que están hartos, aburridos y con ganas atroz de que terminen las clases?
Está claro que los alumnos que encuentren caminos y prosperen en el futuro son los que sean capaces de innovar. Es importante tenerlo en cuenta porque nosotros seguimos preocupados de la evaluación, de los exámenes…
Dónde estamos realmente evaluando. Los libros de textos son obsoletos. Son necesarios los libros, pero por qué un libro de texto para un curso determinado, por qué es el autor del libro quien determina lo qué damos y cómo lo damos. ¡Yo tampoco creo en los libros de texto! Sí a las bibliotecas, al uso de manuales, de libros de consultas como una herramienta más.
El mundo no necesitan niños que sepan, sino que sepan hacer cosas con las que aprenden. Hay que saber hacer las preguntas correctas. Estimular el pensamiento crítico. Qué importante es el diálogo socrático en el aula, el debate, el intercambio de ideas desde el respeto.
Pero hay una pieza clave, y esa pieza clave, no nos quepa la menor duda es el docente. En mi colegio, mi primer año como director escuché infinidad de quejas, es más, muchos profesores usaban las Juntas de Evaluación como terapias. Una vez pregunté; «Pero, esto, ¿es nuevo?». «¡No, que va, llevamos treinta años así!» » Y en 30 años ustedes no han hecho nada para cambiarlo» fue mi respuesta. Los padres piensan que sus hijos son unos genios y que los profesores hacen mal su trabajo y no son capaces de descubrir lo maravilloso que son sus hijos, y lo mejor es que pueden que lleven razón. Los profesores piensan que los padres colaboran poco y los alumnos están poco motivados o le interesa muy poco el colegio y también puede ser cierto. Los alumnos se aburren tremendamente en clase, se sienten como condenados en una prisión y aquellos que tienen fuerza de voluntad y consiguen sobreponerse dan algunas alegrías a unos y a otros. ¿Y qué hacemos? Obviamente:
1. Los profesores debemos cambiar radicalmente de mentalidad. Debemos cuestionarnos nuestra vocación. Si no están vocacionados, sino están apasionados por lo que hacen, jamás lo harán bien, jamás conectarán con los chicos. Es cierto que algunos mantienen el orden en clase, pero igual que se mantiene la tensión de un muelle que cuando se suelta…
2. Los padres deben colaborar mucho más en la vida del colegio. Deben saber escuchar a los profesores. Implicarse en la educación porque ésta va más allá de lo escolar.
3. Los alumnos deben descubrir también, con la ayuda de padres y educadores qué es lo que les apasiona y comenzar a trabajar duro por ello (deporte, historia, matemáticas, robótica, informática, videojuegos…)
Y todos tenemos que pensar que el cambio requiere sacrificio, mucha generosidad y entrega. ¡Otra escuela es posible! Estoy seguro de ello.