Jesús, un innovador educativo.

No será ninguna ley de educación (tan cambiantes en nuestro país) ni ninguna concreción curricular realizada en despachos administrativos; ni ningún atractivo proyecto vendido por las editoriales educativas los que mejorarán la calidad de la enseñanza. La investigación en educación es necesaria e imprescindible. Solo si la administración cuenta con la colaboración de los docentes y los prepara para que sean los verdaderos protagonistas de la mejora en educación será posible el cambio. 

Tradicionalmente se le pedía a un profesor que reprodujera el programa que desde otro sitio se desarrollaba. Jules Ferry, ministro de educación francés en el siglo XIX, decía que a cierta hora de la mañana, miraba el reloj y sabía a qué hora en todas las escuelas de Francia se hacía un dictado. Y este modelo centralista, controlador, que desconfía de los docentes y que les confiere un simple papel repetitivo, está muy interiorizado por los profesores y promovido por la administración. Las últimas leyes educativas hablan por primera vez en nuestro país de autonomía de los centros, sin embargo, es del todo insuficiente. El papel del profesor como investigador está todavía por escribir en nuestro país. Sin embargo, a pesar de las dificultades, cada vez son más los docentes que de forma heroica, sin más incentivo que el éxito de sus alumnos, sin horas disponibles y sacando a veces tiempo del que debería dedicar a sus propias familias, son pioneros en este campo. 

En este sentido, el profesor de religión sigue y propone como modelo de educador rompedor e innovador a Jesús de Nazaret. Lejos de ser un modelo centralista y controlador, Jesús educa personas libres con autonomía para actuar. Prepara y cuida a sus apóstoles y a sus discípulos no con un curriculum elaborado como una lista de prescripciones que deben cumplir, sino con un excepcional perfil de salida a construir. Ese perfil de salida podemos encontrarlo en los capítulos 5-7 y 25 de Mateo. Lejos de adoctrinar, Jesús nos muestra otra manera de enseñar donde el centro es el discente. El Maestro enseña con parábolas desde donde se siembra la sospecha. La parábola crea sorpresa. No es Jesús quien explica el sentido de la misma. Se trata de un pensamiento interactivo, creativo y crítico expresión de la sospecha. La parábola trasciende de la historia contada a un pensamiento superior, a una verdad revelada que solo quien la escucha puede libremente asumir. Jesús, de esta manera, enseña para la esperanza partiendo de la vida para transformar la realidad. Estamos antes un auténtico innovador educativo que destruye todo un sistema basado en el adoctrinamiento, las normas excesivas a cumplir, para educar desde el corazón y la libertad. 

Somos herederos de este nuevo modelo liberador del Señor. Con él, estamos invitados a ser exorcistas para liberar a las jóvenes del sinsentido. Escribo estas líneas cuando dos hermanas se han intentado suicidar tirándose al vacío, una de ellas ha fallecido, la otra está muy grave en el hospital. Otro chico también ha intentado quitarse la vida arrojándose desde la terraza de su casa quedando muy grave en el hospital. ¿Qué está ocurriendo? El suicidio se ha convertido en una de las primeras causas de muerte en personas entre 15 y 24 años. Son los conflictos interpersonales y las situaciones traumáticas en casa, en la escuela o en el barrio, la soledad o la percepción de poco apoyo emocional las causas fundamentales. No es un problema solo de salud mental. Nuestra sociedad ha dejado huérfanos de referentes a nuestros niños y jóvenes. Hoy más que nunca tenemos que liberar a nuestros alumnos de las cadenas del sinsentido donde este mundo los tiene atrapados. Educar en la ayuda de los otros en la máxima que el otro siempre es distinto, que lo normal es la diferencia y que la diferencia debe ser acogida y amada. La educación necesita exorcistas que liberen y llenen de Esperanza y que teniendo como modelo a Jesús seamos capaces de acoger y amar al otro. Él, que daba órdenes a los espíritus inmundos nos invita a nosotros a ser exorcistas, o lo que es lo mismo, liberadores de conflictos, violencia…

La otra gran aportación del Jesús educador e innovador es la inclusión. A su alrededor recaudadores de impuestos, enfermos… en definitiva los impuros para la sociedad. Ante una escuela que reproduce marginalidad donde la hay, donde en los colegios en barrios con dificultades, sus alumnos fracasan mayoritariamente, Jesús nos propone la opción preferencial por los pobres. La escuela no es igualadora de oportunidades sino más bien reproductora. Son los más pobres y vulnerables las principales víctimas del fracaso escolar. Éste no es solo un problema de actitudes ante los estudios ni de falta de motivación. Luchar por la justicia, la equidad y la igualdad de oportunidades se traduce en la escuela por la lucha contra el fracaso escolar. Esta tendencia debe ser rota. La única manera de que alumnos con bajo poder adquisitivo puedan tener puestos de trabajo acordes a sus capacidades y no a su status económico, es un sistema totalmente equitativo e igualitario en oportunidades. Jesús lucha contra un sistema donde los pobres son cada vez más pobres y nos propone un nuevo modelo de relación donde en el centro no esté el poder y los bienes sino la persona. ¿Están los alumnos en el centro de nuestro sistema educativo? 

Así, siguiendo a Jesús, el profesor de religión aporta al sistema educativo un modelo donde la persona es lo más importante. Educamos para que, de forma autónoma, desde la libertad, nuestros alumnos puedan dar razones para la Esperanza (1Pe 3, 15). 

¿Cómo propone Jesús este cambio de sistema? De la única manera posible, esta opción por las personas y no por la norma necesita cambiar el patrón mental de los que tienen que liderar el cambio. No fue fácil el proceso que vivieron los apóstoles y los primeros discípulos. Los modelos mentales rígidos y la dureza de corazón es una constante con la que se encuentra Jesús (Mc 8, 17-21; Hch 7, 51-60; Rm 10,21; Hb 5, 11-14). 

Por ello, comenzamos afirmando que no será la LOMLOE ni ninguna otra ley llegada a los claustros desde fuera, impuesta y sin ninguna participación de los docentes, las que transformen nuestro sistema educativo. Es necesario cambiar los patrones mentales y hacer que los docentes sean los verdaderos protagonistas del cambio. Solo profesores autónomos, llenos de valores, pueden transformar una escuela en la que la transmisión de contenidos ha sido la base hacia una escuela donde alumnos competentes y con valores sean los auténticos agentes de cambio. 

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