Que la falta de violencia no es paz, es un hecho que todos hemos comprobado en nuestras vidas. Además, desde la propia experiencia, sabemos y sufrimos, que hay formas muy sutiles de agresión no violentas, mucho más dañinas y mortíferas. En estos casos, y en palabras de Galtung (1998) La paz se convierte en el máximo enemigo de la paz.
Según este mismo autor, lo primero para resolver un conflicto de raíz es realizar un mapa claro del conflicto, con sus partes visibles y las invisibles. Los objetivos de cada parte, los enfrentamientos, sus temas de fondo. Lo que queda visible son las conductas, pero detrás, en el fondo, está el conflicto de raíz, las actitudes, las contradicciones.
Tras la primera guerra mundial, se humilló a Alemania, eso es un hecho que muchos autores reconocen. Se le hizo pagar un precio muy alto. Sin haber realmente perdido la guerra (esta quedó en tablas) Alemania fue humillada como nación. Tras la primera guerra mundial hubo una resolución del conflicto, pero no hubo reconciliación , ni hubo reconstrucción. Según Galtung, cuando falta uno de estos tres elementos es como si faltaran todos, no hay verdadera resolución. El conflicto volverá a repetirse y con mucha más virulencia. La segunda guerra mundial es un ejemplo de ello.
Llevado al ámbito de las relaciones humanas, tiene el mismo valor. En los conflictos escolares entre alumnos, profesores, familias; o incluso conflictos dentro de las mismas instituciones religiosas, hay una parte que se ve a la que podemos llamar violencia directa. Pero hay otros dos tipos de violencia que no se ven, la violencia cultural y la violencia estructural. O resolverlos las tres, o el conflicto se repetirá e incluso con más virulencia. Resolución, reconstrucción y reconciliación.
La violencia directa es la observable, es la conducta disruptiva de dos alumnos que discuten y riñen. Es el conflicto entre alumno y profesor, entre familia y tutor, entre institución y religioso. Pero detrás de esta violencia directa hay una violencia cultural. Ésta es la suma de todos los mitos que sirven para justificar la violencia directa. El superior que en pos del criterio de la evitación de los problemas reduce a la nada a un religioso. La familia que entiende mal el criterio del bienestar de su hijo o de su hija y ve la escuela-institución o al tutor como un enemigo y no como un aliado… Estos y otros son ejemplos de esta violencia cultural. El machismo es origen de violencia cultural, el racismo, el pensar que el otro merece menos derechos que tú, que es distinto. El narcisismo patológico en el que viven algunas personas es causa de violencia cultural. El trepa que antepone su prestigio profesional al bien común también lo es.
La estructura, por demasiado represiva o por demasiado laxa también es causa de violencia estructural. Cuando una estructura es excesivamente piramidal o cuando no hay estructura y prima la ley del más fuerte. Hay organizaciones enfermas que producen entre sus miembros algún tipo de violencia. Colegios e instituciones con estructuras enfermas que se convierten en fuentes en sí misma de conflictos. Confundir lo estructural con lo coyuntural es un grave error. Pensar que porque cambiamos a las personas evitamos el problema, cuando realmente la persona o personas no son el problema es de una miopía letal. El síndrome de Procusto, presente en muchas instituciones, es causa de violencia estructural.
Cuando resolvemos un conflicto sin reconciliar y sin ayudar a reconstruir a la otra parte, estamos creándonos grandes enemigos, estamos contribuyendo a aumentar el conflicto.
Ojo también con el buenísimo. Algunos piensan que el diálogo en sí mismo es resolutivo. Hay quien en el diálogo se pone a la defensiva perenne. Dicen que quieren dialogar, pero en el fondo sólo quieren convencer, llevarte a su terreno, doblegarte, anularte. No es diálogo realmente lo que quieren, porque no están dispuesto a escucharte.
El conflicto tampoco es temporal. «A ver si se le pasa» En primer lugar no surge de la nada, tiene un origen, a veces complejo y no fácil de determinar. La violencia, el conflicto no suele tener su origen en el primer acto violento. Suele hundir sus raíces mucho más profundamente.
La violencia siempre tiene secuelas, que haya resolución no significa que el conflicto se haya resuelto. No suelen tener un único pico, sino múltiples y de diferentes intensidad. La violencia tiene una prehistoria, una historia paralela y una posthistoria.
¿Qué es un conflicto?
Son situaciones en las que dos o más personas entran en oposición o desacuerdo porque sus posiciones, intereses o necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos como incompatibles. En el conflicto juega un papel importante las emociones y los sentimientos.
Un matrimonio, una comunidad, un aula, un claustro sin conflicto no es natural porque el conflicto forma parte de nuestras vidas. Es natural, lo que no es natural es la violencia que se genera cuando se afronta mal el conflicto.
Tampoco, un desacuerdo tiene que acabar en conflicto. Debemos aprender y también enseñar a nuestros alumnos que pensar de manera distinta es natural. El conflicto, como decimos, es natural en las relaciones humana. Cuanto mayor sea la diversidad en los grupos humanos mayor podrá ser la conflictividad, pero al mismo tiempo, mayor será la convivencia.
La violencia surge cuando no se puede controlar la propia agresividad ni la del otro.
Elementos de un conflicto
Durante siglos la humanidad ha avanzado tecnológicamente dando pasos agigantados. Hemos comenzado a conquistar el espacio y el ciberespacio. Sin embargo, durante milenios, hemos avanzado muy poco en la forma de resolver los conflictos. Somos torpes en este campo y con facilidad tendemos a volvernos a la violencia como forma de resolución o al ostracismo. Este último muy dado en instituciones religiosas. Este último es otra forma más sofisticada de violencia, pero violencia a fin de cuenta.
Los elementos que debemos tener en cuenta en un conflicto son:
- Las personas:
- Los protagonistas y la relación entre ellos.
- El ejercicio del poder.
- Los testigos (que suelen tomar partido)
- Las posiciones, intenciones, sentimientos, valores, intereses y necesidades.
- Las percepciones diferentes que se suelen tener del conflicto en sí.
- Los elementos del proceso.
- La dinámica y momento del conflicto.
- La comunicación en el conflicto.
- El afrontamiento del conflicto.
- La resolución.
- Aspectos diferentes en un conflicto.
- Hechos
- Posiciones
- Intenciones
- Sentimientos
- Valores
- Intereses y necesidades.
Estilos de afrontar los conflictos
Seguimos el esquema de análisis de Kilman,R y Thomas, K (1975) y recogido en Torrego (2000) Este sistema se basa en la atención a dos dimensiones fundamentales: búsqueda de la satisfacción de las propias necesidades u objetivos (asertividad) y búsqueda de la satisfacción de las necesidades del otro (Cooperación)
- Desde la competición. Persigue los objetivos personales por encima de los de otros o a costa de otros. «Tú te callas» (Es asertivo y no cooperativo) Yo gano, tú pierdes.
- Desde la evitación. Se trata de no afrontar los problemas. En ocasiones ni se llega a conocer su existencia. Los conflictos se evitan o se posponen su agrandamiento. Esto hace que sus protagonistas no se tengan en cuenta ni a sí mismo ni a los demás (No asertivo, no cooperativo) Yo pierdo, tú pierdes.
- Desde la acomodación. Se trata de ceder ante los puntos de vista de los otros, renunciando a los propios. «Lo que tú digas» (No asertivo y cooperativo) Yo pierdo, tú ganas.
- Desde el compromiso. Es una actitud basada en la negociación, en la búsqueda de soluciones de acuerdo, normalmente basadas en el pacto y a la renuncia parcial al interés del individuo y del grupo. La solución satisface parcialmente a ambas partes. «Si hacéis todos los ejercicios, acabamos con un juego» (moderadamente asertivo y cooperativo) Yo gano algo, tú ganas algo.
- Desde la colaboración. Implica el compromiso de unos y otros de buscar un bien común. Explorar el desacuerdo, generando alternativas que satisfagan a ambas partes (asertivo y cooperativo) Yo gano, tú ganas.
El estilo que proponemos en la escuela, en la vida religiosa, en los claustros… es el modelo de la colaboración. A veces es poco frecuente encontrarlo, pero si queremos que nuestro modelo de convivencia sea realmente eficaz y nos ayude a educar en el respeto, la diversidad y la resolución pacífica y auténtica de los conflictos, debemos apostar por ello.
En un ambiente abundantes de conflictos, desde la investigación acción que estamos realizando, vamos a apostar por la mediación escolar como fórmula de aprendizaje para afrontar y resolver los conflictos de forma pacífica. La mediación escolar se basa en los estilos de compromiso y colaboración. Se trata de aprender el estilo de la colaboración desde las edades más tempranas aspirando a que sea un elemento crucial del curriculum desde educación infantil.
Escrito muy interesante. Trabajo en un centro donde se generan un gran número de conflictos. Más que en otras escuelas o instituciones en las que he estado. Hasta este momento no he llegado a valorar la enorme complejidad que puede tener un «simple» conflicto y las raíces de este. He podido coger algunas ideas para poder mirar de enfocar mejor los tipos de conflictos con los que me puedo encontrar y intentar mediar de una forma más eficaz. Muchas gracias!
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Gracias a ti por el interés. Hay abundante bibliografía al respecto y experiencias muy interesantes.
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